Director del film “El barrio de los judíos“ en Israel

30/Ago/2012

Aurora, José Danor

Director del film “El barrio de los judíos“ en Israel

Cumpliendo la frase de que “nadie es profeta en su propia tierra“ llegaron a Israel el director del documental “El barrio de los judíos“, Gonzalo Rodríguez Fábregas y su asesor Oscar Zwaig.
El documental que describe las vivencias de muchas familias judías durante el siglo pasado en un barrio que se convirtió en el centro de la vida de la comunidad ashkenazita en Montevideo, tuvo un relativo éxito allí. En Israel, a estar por el público, que desbordó las salas de las cinematecas de Tel Aviv y Haifa y llenó la vereda de una pizzería de Herzlía para verlo, tuvo una gran aceptación y recibió muchos aplausos. Las diversas funciones fueron organizadas y auspiciadas por la Embajada de Uruguay a cuyo frente se encuentra el embajador Bernardo Greiver.
Antes de la presentación en Herzlía conversamos con Rodríguez Fábregas sobre su trabajo.
Su formación profesional es de arquitecto pero desde hace largos años, tomó el camino del cine, produciendo diversos documentales. “La idea del presente filme surgió porque dedico parte de mi tiempo a investigar algo que puede servir luego como tema. Al principio no me daba cuenta que cada encuentro con mi suegro, judío, servía para que él relate una historia que le era tan cercana. El proyecto se fue desarrollando en la medida que se hizo interesante para más gente. Posteriormente le presente la idea a mi amigo Oscar Zwaig, miembro de la comunidad y por el que siento gran respeto por su talento. No quería ser asesorado por ninguna institución. No quería que haya prejuicios ni influencias de nadie. Zwaig fue la persona ideal para la tarea. Cuando recién comenzamos le dije: “Con esta película iremos a Israel y acá estamos“.
Luego comenta otros aspectos que lo animaron a seguir adelante con la idea: “El barrio Villa Muñoz, donde residían los judíos, se reduce a una 15 manzanas, es dominable en su geografía. Además, se trata solamente de judíos de Europa Central. Era una historia que en el Uruguay nadie conocía. En la colectividad judía sí pero no en la sociedad uruguaya en general, porque la colectividad nunca se preocupó de contar su historia.“
Detalla el director Rodríguez Fábregas que “hago documentales en los que me atrapa la temática de los derechos humanos. Este tipo de filmes son demasiado directos. Me parece más inteligente tratar la temática desde un punto de vista lateral y no implícito. El hecho de tomar distancia me permite plantear la película desde un lugar no comprometido con la realidad. Destaco que no hubo presiones de ninguna clase. Me acerqué a la colectividad en los puntos en los que fui aceptado.“
Sobre el desarrollo del documental explica: “Cada uno piensa que no hay mejor barrio que el suyo durante la niñez. No hubo personas que hablaron mal del barrio. El objetivo era contar una sola historia. Ya van cuatro generaciones que transmiten las vivencias de ese barrio y está muy claro que todos quieren más al Uruguay que a los países de los cuales procedían.“
Con respecto a la disposición de la gente a ser entrevistada explica: “Siempre es difícil convencer a parte de las personas pero una vez que comienzan y el micrófono está abierto, es difícil detenerlos. La transmisión cultural de una sociedad se concreta a través del idioma, la música, la comida, las formas de festejar y las de enterrar. Mi intención era cubrir estos aspectos. Cuando conseguí que el funebrero acepte participar, me aseguré una buena parte de lo que pretendía.“
Continúa: “El barrio de los judíos es el relato de personas comunes que vivían en casas modestas como inquilinos y tenían su propio sistema escolar, algo que hoy sería impensable. Con respecto a quienes residen en el lugar en la actualidad, detalla que no hubo reacciones porque la presencia del equipo de filmación fue mínima para no llamar la atención. Los que siempre se interesaron fueron los niños que se acercaban a preguntar.“
Le preguntamos luego si dentro de cincuenta años podrá hacerse una película similar. Responde el cineasta: “Pienso que si. Seguramente será sobre el barrio de Pocitos donde viven ahora muchos integrantes de la colectividad. La película que hicimos queda como una huella de lo que fue el barrio de Villa Muñoz. Parte de los protagonistas viven, incluso algunos tienen comercio en el lugar o continúan la actividad de sus padres.“ Posteriormente destaca: “La colectividad, que es el centro del documental era conciente de su pobreza y sabía que la única manera de salir adelante era trabajando duro y educando a sus hijos. Para mi es fundamental desmitificar la imagen del judío “tacaño“ y comerciante. El papá de mi suegro era empleado de panadería, mi suegro tuvo un taller de zapatos y su hija es profesional universitaria. Deseo que mis hijos hagan lo que les guste, eligiendo su propio camino.“
Tono picaresco pero siempre nostálgico, entrañable
Dejamos para el final el comentario del crítico profesional, Pablo Delucis, del sitio www2.cartelera.com.uy: “El zapatero, el músico, el dueño de la empresa fúnebre, el director de teatro y la maestra – entre otros – van soltando sus recuerdos de forma por momentos alegre, a veces en tono picaresco pero siempre nostálgico, entrañable y llegando a transmitir picos importantes de emoción. Sobre todo cuando hacen referencia a cómo recibían las noticias que llegaban de Europa, novedades que en la mayoría de los casos tenían que ver con los tormentos y desgracias que sufrían sus parientes en aquellos tiempos.
Es de verdad atinada la forma en que el director articula los distintos reportajes. Escenas ubicadas generalmente en lugares característicos de la zona y retratadas sin disimular la importancia de la arquitectura en la vida del director, se van intercalando con naturalidad y soltura. La película también cumple cabalmente con su rol didáctico. Para quienes no pertenecemos a la colectividad judía, y no estamos enterados más allá de lo usualmente conocido al respecto, la película nos permite tomar conciencia, por ejemplo, de lo importante que fue para toda la comunidad la creación del Estado de Israel; a partir de ese momento dejaron de sentirse solo como un grupo de gente vinculada por un idioma y una religión. No deja de ser sugestivo asimismo, que los “viejos judíos“ mantengan una lucha sin cuartel para mantener el uso del idioma idish ante el avance del hebreo en las nuevas generaciones.
En el final del comentario, vuelvo a hacer mención a lo ameno que me resultó el documental. Si a eso le sumamos que al salir de la sala sabemos más acerca de la identidad e historia de una comunidad de las importantes en la historia de la humanidad, cartón lleno.“